Yo parecía ser tu prioridad. Eso me gustaba. Aunque con el tiempo las cosas fueron cambiando. Nunca dejaste de prestarme atención, pero lo primero era tu familia. No te necesitaba ni por su edad, ni porque hubiera algo de salud, sino como tú mismo decías, tu mejor amiga era tu madre. Si ella te llamaba y te buscaba, corrías donde estuvieras. Aprendí a tolerarlo, porque me daba cuenta que era una lucha interna para ti, tratando de darle su lugar y crearme uno a mí.
Al principio no lo vi mal. Nos han enseñado que los hijos que cuidan a los padres, son buenos hijos. Incluso te hacía parecer confiable. Entendía la historia difícil de tu madre, los muchos secretos que había, la relación extraña entre tus padres que a su forma les funcionaba tan bien. Pero la relación se fue haciendo pesada: los domingos obligados con tu familia, las salidas al cine los tres o las horas que no podía llamarte porque era el tiempo que dedicabas a hablar con tu mamá.
Yo llevaba algún tiempo independiente, viviendo en mi departamento. La relación con mis padres es amorosa y clara. La hemos trabajado muy bien con los años. Ellos respetan mi espacio y me reciben con gusto siempre que los veo. Incluso entre ustedes crearon un cariño muy grande. Tú seguías viviendo con tus padres y muchas noches te negabas a quedarte conmigo por volver a dormir a su casa o incluso me pedías que me quedara ahí, lo cual me incomodaba tanto que pasó muy pocas veces.
Después vino tu maestría que te ocupaba tanto tiempo, los negocios que emprendías con tu madre, la relación fría y distante con tu padre de quien te sentías tan lejos y jurabas que su favorito era tu hermano menor. Yo seguía esperándote. Hacía mis proyectos y cada vez me cansaba más. No lo voy a negar, nos divertíamos mucho cuando estábamos bien. Por algo estuvimos juntos todo el tiempo que pudimos. Pero eso no fue suficiente.
Siempre has sido atractivo y correcto, impecable en tu forma de vestir y lo mucho que cuidas tu cuerpo. Tienes una sonrisa juguetona y esa risa tan amigable que hace sentir cómodo a cualquiera. No lo niego, me encantabas. Tu aire tierno que rozaba lo infantil, mezclado con esa parte tan racional y analítica, me hacía sentir una necesidad de cuidarte o estar contigo, de amarte y sentir ese amor tan tibio que dabas, rodeado de promesas y proyectos.
Lo que no alcanzaba a ver, es que eras una eterna promesa que no ibas a cumplir, porque quien se queda pegado con los padres, difícilmente puede crecer y desarrollarse completamente. Se convierte en el eterno retoño que vive a la sombra del árbol más grande, en una necesidad mutua.
Eso lo aprendí mucho tiempo después. Los hijos apegados a sus madres normalmente son así, correctos y seductores, un tanto niños, un tanto adultos, como eternos adolescentes divididos, con ganas de hacer una vida, pero les cuesta tanto hacerla. No saben cómo irse, y a veces hay tantos chantajes o pleitos que los retienen aún más.
Nos fuimos desgastando hasta agotarnos. Te sentías presionado por todos lados. Yo sentía una asfixia tan grande que comencé a quererme ir. No entendías porqué te pedía más tiempo y el tiempo que me dedicabas era compartido. Vacaciones con tus padres, fines de semana viendo televisión con tu madre, comprando la cena para estar con tu familia y después acompañarme a mi casa y regresarte con ellos.
Comenzaron las discusiones. Los reclamos fueron cotidianos. La risa se fue haciendo cada vez más lejana. El sexo paso de simple y rutinario a inexistente. Reaccionabas mal. Me cansé de hablar. Te fui infiel. No me sentí culpable. Te importó poco. Prometimos. Fuimos a terapia. No creías en ella. No se cumplió. Comencé a ir yo a terapia. Vi todo más claro. Me sentí libre. Me fui. Me buscaste. Dije no más. Me buscaste. Dije no más.
Se acabó.
Los dos cooperamos para llegar al final. No puede haber sólo un culpable. Siempre me ha parecido absurdo el vivir quejándose de las exparejas y compartirlo en las redes sociales, como si fueran víctimas inocentes de la situación. Toda relación es una responsabilidad compartida por los dos, en lo bueno y en lo malo. Pero hay que saber diferenciar cuando no se va en la misma dirección.
Nos dimos lo mejor que pudimos. Ya no había más. Los lugares que se dan a cada persona, se otorgan y se crean, no se ruegan. Respeto tu forma de vivir. Respeto la forma en la que amas a tu familia. Te dejo con tu madre, ella es la mejor para ti.
Luis Miguel Tapia Bernal
Terapeuta en Constelaciones Familiares. Máster en Terapia Breve Estratégica. Autor de "Las intermitencias del amor".
WOWWW NO MÁS!!!
Es maravilloso este artículo! Es difícil compartir la vida con alguien que es como un librero lleno que se niega a sacar un libro para poder meter otro, osea tú.
Besos! Cómo siempre, me llevo un aprendizaje de esto.
Zaaaz que fuerte!!! Muy Edipo! Que fuerte! Y es verdad hay muchísimas y muchísimos que se quedan ahí estancados adorando a los padres, bajo su tutela, tal como niños de 4 años. Y cómo vemos esto tan frecuente adultos de 30, 40, 50 años que se niegan a crecer, madurar y volar. Que son procesos básicos de una madurez mental, psíquica, espiritual, emocional.
Que fuerte tema pero que bien retratado! Seguimos en el camino, compartiendo y aprendiendo! Un fuerte apapacho!
muy ilistrativo, una cosa no me quedo clara, eran una pareja gay o hetero? jeje pues mira que si para una pareja hetero es dicifl curzar ese camino, para una pareja gay es el triple. al final toda eleccion implica un costo, hay unos muy lindos, otros muy dolorosos.
Me tocó un matrimonio de ese estilo, muy difícil entenderlo cuando estas dentro de una relación asi, no te percatas del desgaste que va aumentado para la relacion, en mi cazo duro 8 años, un gran aprendizaje pues gracias a eso perdí miedos, al que dirán los demas,ala soledad, a ser independiente en fin muchos beneficios, al final me di cuenta que salí ganando más al retirarme de esa relacion .
Interesante.triste doloroso y muchos más adjetivos.se sufre pero se aprende.cada error tiene enseñanza eso es lo k no debemos dejar ir.para no cometer los mismos herrores y ser mejores seres humanos.
Gracias Luis por compartir tu trabajo. Me sorprende leer los comentarios y ver que no soy la única persona que está pasando algo similar y creo mas en nuestro país, como lo mencionas, tenemos la creencia de que quien cuida de los padres es un buen hijo. Creo para muchos la interrogante es como balancear la situación, en mi caso sin pasar a ser «mala nuera». Personas que conozco terminaron separandas. Propongo una café (je je je). Quedó al pendiente de mayor información del tema. Saludos!
Las experiencias narradas por otros son muy valiosas, siempre ayudan a analizar experiencias propias, reconocer otras perspectivas, a ver las cosas desde diferentes panoramas y madurar. Gracias Luis Miguel