Este fin de semana tuve la oportunidad de ver la película de The Giver/El dador de recuerdos (2014). Una película comercial, que tuvo poca repercusión en México pero puede verse mediante Netflix. La película está dirigida por Philip Noyce y tiene un gran elenco: Jeff Brides, Meryl Streep, Brenton Thwaites, Odeya Rush y una breve aparición de Taylor Swift (de la que cabe mencionar que no soy nada fan). También cabe destacar que me gustó la canción: Ordinary Human y me sorprendí al saber que era de One Republic.
La película, está basada en la novela de Lois Lowry, y trata sobre una comunidad, organizada después de catástrofes humanas, en la que existe un control pacífico y un maquillaje perfecto de paz. Todos los integrantes son observados desde que nacen para determinar en qué pueden servir a la sociedad según sus aptitudes. No existen las diferencias ni la competitividad, incluso ven en blanco y negro. Son una comunidad que no esconde grandes catástrofes ni desigualdades, simplemente esconden las emociones, creando una aparente serenidad. Pero consideran necesario el tener una memoria, y para ello está El dador, un integrante sabio que prepara al receptor, ese joven que tendrá un aprendizaje con las memorias de todo lo que la humanidad ha vivido: las grandes emociones como el amor, la alegría, la esperanza, el baile, el contacto físico, el deseo, las grandes catástrofes, guerras, asesinatos, cacería de animales, envidia, dolor. Todo lo que nos hace humanos. Así, al transmitir y mantener el conocimiento, serán consejeros en caso de que se presente algún problema y los dirigentes necesiten asesoría.
Después de ver la película, me surgen algunas preguntas: ¿Cómo sería vivir sin amor, sin placer, sin felicidad? ¿Cómo sería la vida sin música y sin baile? ¿Cómo sería atrofiar la sexualidad y las relaciones de pareja? ¿Cómo sería una sociedad que oculta incluso la muerte? ¿Por qué rehuimos tanto de las emociones que consideramos negativas? ¿Por qué no se saben mirar, reconocer y gestionar? ¿Acaso en algunos puntos y de ciertas formas no se está viviendo ya?
Parece evidente el borrar lo que consideramos malo, pero se nos olvida que también origina y contrasta lo bueno. Aquello que clasificamos como bueno y malo, tiene una historia que está entrelazada como el yin y el yang. Juzgamos sin saber que cualquiera podría ser capaz de los mejores actos y las peores bajezas, porque las emociones son humanas y no estamos exentos de ellas. Lo que hace la diferencia es la forma en que nos permitimos vivirlas y gestionarlas, siendo libres de construir tanto prisiones como sendas de libertad. Siempre lo hemos podido hacer, sólo que es más fácil delegar el poder que implica asumir la propia vida con sus decisiones, sus responsabilidades, sus placeres y sus momentos de tensión, sus inicios y sus pérdidas, así como sus oportunidades de crecimiento.
En muchas ocasiones, en la vida cotidiana, se reprime aquello que duele, lastima, avergüenza o enoja, y por un tiempo funciona, ya que permite continuar evadiendo lo que no es cómodo, pero después de un tiempo todo se torna peor, puesto que se convierte en una herida que cuesta mucho sanar, y con la evasión, se aumenta el problema, e incluso se suman más heridas. Porque todo aquello de lo que huimos, lo alimentamos con la ausencia y lo llenamos de miedo, haciendo que la herida se infecte más, creando un monstruo enorme que después no se sabe manejar, porque está lleno de historias y emociones que obstaculizan vivir plenamente.
Muchas veces se llega a nuevas relaciones de pareja o de amistad, cuidándose de traiciones producidas por experiencias anteriores, mirando sin mirar a quien se tiene ahora, porque sigue la sombra de lo vivido en el pasado. En otras ocasiones se abandonan los sueños, creyendo que no se pueden alcanzar, porque se dijo que no eran realistas, renunciando a lo que se desea porque se siente la derrota ante lo no intentando. Así, se termina viviendo aquello de lo que se huye o incluso algo peor; generando más desconfianza y terminando por huir, o siendo abandonados, en un ciclo que se conoce el principio y el final porque no se sabe hacer de otra manera.
Se nos olvida que tenemos todo para superar lo que lastima, que somos capaces de construir prisiones pero también de abrirlas y liberarnos de ellas. No siempre es posible realizarlo solo, y ahí es necesario pedir ayuda para poder sanar esas heridas y salir de la prisión, reconociendo los propios recursos y desarrollando los que faltan, asumiendo las debilidades que se convierten en fortalezas, dejando el pasado atrás para poder continuar la vida de una manera más ligera y más libre.
Todos tenemos historias, todos tenemos emociones, pero si no se saben gestionar, se pueden convertir en el hámster y su rueda sobre la que corre creyendo que se avanza, pero después de un tiempo, cuando llega el cansancio, se detiene sólo para ver que no se movido del mismo lugar.
¿Cuánto más piensas ocultar lo que sientes? ¿Cuánto más necesitas desgastarte para cerrar lo que ya pasó? ¿Cuánto más quieres seguir en el mismo lugar?. La Terapia Breve Estratégica y las Constelaciones Familiares permiten revisar las dinámicas del problema y la solución, permiten sanar las heridas y poder continuar la vida como se quiere. Saca tu cita aquí y busca las solución a lo que deseas cambiar.
Luis Miguel Tapia Bernal
Terapeuta en Constelaciones Familiares. Máster en Terapia Breve Estratégica. Autor de "Las intermitencias del amor".