Cada día, cada instante, tienes la posibilidad de elegir. Entre el nacimiento y la muerte hay tantas opciones como se puedan imaginar, y aunque a veces no sea tan clara de reconocer, siempre tenemos la libertad de elegir, por más miedo que pueda causar, somos libres y ante esto, podemos vivir cediendo las riendas de nuestra vida a quien quiera guiarnos, o podemos asumir lo que somos y vivir celebrando la vida.
La celebración de la vida está en la esencia de cada persona, esa que se diluye en la rutina y la cotidianidad, necesarias para dar seguridades a aquellos que se saturan de miedo, que temen los cambios, y se quedan casi sin poder moverse, aunque después se quejen, aunque después sientan que no viven, aunque cuando voltean al pasado sólo miran días y días con el mismo formato: sin sueños, con pocos placeres, con tedio y queja. Vivir a medias, sin habitar los momentos, es sólo sobrellevar la vida, es sobrevivir.
Vive porque se acaba, vive y celebra tu vida, vive con todo lo que tienes y deseas, no seas un número más. Vive porque no será siempre, sólo tienes este instante, con el viento rozando tu cara, con millones de películas por ver, con cientos de miles de libros que esperan ser leídos, con miles de ciudades, pueblos, playas, climas que conocer, con la sonrisa del que va a tu lado y que quizá no vuelvas a ver porque es un desconocido más entre la multitud, pero por un instante coinciden y se miran.
Vive y prueba nuevos sabores, mira los árboles moverse con el aire, respira smog, respira aire puro, respira. Abraza cuanto puedas, besa cada vez que te nazca, aprende a decir lo que sientes y a callar lo que está de más, a veces no es fácil aprenderlo, pero la comunicación es una práctica que puedes ir dominando. Huele lo que te rodea. Mira y contempla la belleza, y que el horror sirva de contraste, pero no de bandera. Agradece lo que tienes: la comida, el techo, los amigos, la familia, el trabajo, tu cuerpo, tus años, tus habilidades, tus cicatrices, tus decisiones, tus objetos, tus mascotas, tus plantas, tus amores, tus desamores, tus recuerdos…
Llora cuando lo necesites, no lo reprimas, no es debilidad ni fragilidad, es la expresión más profunda de lo que sientes. Si lo haces te libera, si lo reprimes te intoxica. Pero también ríe, ríe a carcajadas, ríe cuando lo sientas y cuando puedas haz reír. La risa une y relaja, la risa es un lenguaje universal.
Celebra con tus amigos, con tu familia, contigo, lo mismo los logros como lo que consideras fracasos, si miras bien, nunca lo son completamente y siempre puedes aprender, enriquecerte y tener nuevos inicios, nuevas formas, nuevos proyectos. Vive sin culpa, vive porque muchísimas cosas se conjuntaron para que estés aquí. Recuerda que no hay vidas inútiles, sólo anestesiadas.
Acepta que los otros no van a cambiar a tu antojo, pero sí puedes cambiar la forma de mirarlos o relacionarte con ellos. Cada persona que pasa en tu vida, la eliges, intercambian algo, y se queden o se vayan, se dieron lo que pudieron y eso es muy valioso.
Escucha historias, todos tienen algo que contar. Los seres humanos nos tocamos e interactuamos a veces de maneras insospechadas: cambiamos direcciones, nos convertimos en grandes amores o deseos, damos nuevas opciones, cooperamos con reconciliaciones, hacemos heridas, nos dejamos herir, pero hasta esas sirven para detenerte un momento y buscar nuevos caminos.
No te conformes, ni vivas con los mínimos. Tienes derecho a vivir tus sueños, tienes derecho a una vida plena. Muchos te dirán que no es posible, pero sólo hablan de su miedo, no de ti. No permitas que te impongan guiones, la vida se vuelve estéril cuando sólo repites y no te atreves a ser realmente tú. Si quieres cambiar el mundo vive pleno, empieza por ti, porque ningún infeliz cambia el mundo para bien.
Vive tu sexualidad como te plazca, siempre con respeto y de común acuerdo, lo más raro no será ni lo último ni lo único.
No te compares con nadie, si lo haces te puedes perder y tu vida no es igual a la de otros. Somos un libro en blanco que día a día podemos elegir qué escribir en él.
Trabaja lo que te duele, sana lo que te duele, nadie puede hacerlo por ti. Por más amor que te tengan, si no te sanas, terminarás rompiendo todo, porque no te permitirás recibir lo que la vida tiene para ti y puedes terminar convirtiéndote en aquello que detestas y de lo que huyes.
El mundo no está contra ti, la vida no conspira en tu contra. Todo lo que vives es una proyección de lo que eres y tienes, somos como un cine que proyecta su interior y si no hay paz, la guerra se crea en ti y se recrea afuera.
Pide ayuda si lo necesitas, tú puedes, pero a veces es necesario ver desde afuera lo que tan cerca y tan dentro no es posible. Nadie puede sacarse los ojos y mirarse, pero puedes buscar quien te acompañe en ese proceso. Busca que no sea largo, que sea preciso y siempre esté enfocado en la solución, no en regodearte en el problema o sólo mantenerte a flote. No te conformes con sobrevivir, puedes vivir.
Luis Miguel Tapia Bernal
Terapeuta en Constelaciones Familiares. Máster en Terapia Breve Estratégica. Autor de "Las intermitencias del amor".