No quiero pasados cargados de impuestos
ni busco imposibles en cielos abiertos
pero algo que valga la paz por la que hay que apostar
Miguel Bosé
Hagamos de este final, uno claro y digno. Creo que en nombre de lo que compartimos, nos lo merecemos. No me gusta dejar las cosas inconclusas, ni escudarme en la forma en que ahora se hace, donde se cree que hay claridad, sin realmente brindarla, jugando a ser claros, porque se “actúa” o se “dicen” cosas que en realidad son insinuaciones maquilladas. Eso es cobardía y es un nuevo engaño escudado en psicoterapia barata, discursos y falta de congruencia.
La claridad es contundente. Guía y salva siempre. Permite saber cómo están las cosas para sabernos mover y compartir. A veces no es fácil, pero es necesaria, porque aguantar o postergar el final, por no lastimar, termina lastimando el doble.
No pudimos estar juntos. No quise. La atracción entre los dos es innegable. La forma en que nuestros cuerpos vibran en un abrazo. Pero al menos para mí, una relación requiere más que eso. La atracción es el inicio fundamental, pero debe sostenerse con algo más, sino es una llamarada de papel, que arde y se consume en poco tiempo.
Tampoco puedo negar la atracción a tu forma de pensar y de sentir, pero hay heridas que pesan demasiado y por más que se intente no se pueden hacer a un lado. Normalmente le rehuyo a los amores mediocres de una noche sin sentido, igual que le rehuyo a los amores que buscan nuevos comienzos ignorando su pasado, que pesa y lastima aún. Creo que hay que tener las cuentas del corazón lo más al día posible.
No puedo con las heridas de tu pasado. No puedo hacer más por resolverlas. No me toca. No puedo vivir por ti los duelos pendientes, ni llorar las lágrimas atoradas. Todos tenemos derecho a tenerlas y cada uno sabe cómo manejarlas, pero no podemos pretender que otros se hagan cargo de ellas, porque tarde o temprano terminan por lastimar o incomodar, convirtiéndose en fantasmas de los que puedes intentar huir, pero que tarde o temprano te alcanzan porque viven dentro de ti, duermes con ellos, hablas con ellos, te acompañan a todas partes.
Creo que hemos idealizado el amor, el que lucha contra todo, el que lo cura todo, dejando de lado la responsabilidad y el cuidado personal, puesto que el amor se construye, y empieza por el amor propio, y ahí comienza la salvación y la redención, para compartirnos mejor.
Hemos vivido en un mundo de telenovelas o Disney, donde el amor se lucha, se sufre y se cura. Y quizá haya algo de cierto, porque tiene muchos matices. Pero también se puede elegir la clase de amor que se merece, se da y se recibe, porque en la vida real, hay situaciones que por más que se quiera, no se pueden reparar más que por uno mismo. Puede haber apoyo, comprensión, pero no se puede tapar o sanar, lo que uno no provocó.
Respeto el dolor que cargas. Todos tenemos historias. Respeto que no estés dispuesto a trabajarlo. Nadie puede obligarte. Para todo hay momentos y cada uno decide para qué le sirven sus propias heridas y cuando cerrarlas. Nadie más.
Gracias por cada momento. No perdimos, ganamos, porque nuestros caminos se cruzaron y aunque sea un breve instante, logramos coincidir, en medio de la multitud.
Luis Miguel Tapia Bernal
Terapeuta en Constelaciones Familiares. Máster en Terapia Breve Estratégica. Autor de "Las intermitencias del amor".
Hola me encanto. Yo tengo una relación de 32 años con un hombre casado y yo creí en el pero el tiempo me enseñó que no puedes esperar nada lo más doloroso es que lastime a mis hijos