Para D.N. por el valor de encontrarse y permitirme contar su historia
Por muchos años me construí personajes. Los creía necesarios. No eran perfectos ni a la medida, pero me ayudaban a cubrir todo aquello que no me gustaba o me dolía. Poco a poco fui diseñando disfraces exclusivos para cada historia, recuerdo o herida. Aún no descubría que podemos huir de todos, menos de nosotros mismos.
Desde la infancia aprendí a hacerlo. Con cada imposición, regaño o pleito, buscaba la perfección inexistente, la aprobación constante, ocultando las lágrimas y mesurando las risas. Con los años fui controlado el deseo y busqué enfriar los amores por temor a que se acaben.
La historia de mi familia no es perfecta. Ninguna lo es. Pero el problema llega cuando no resuelves, ni te reconcilias con la imagen que has construido, en la que has etiquetado a algunos como buenos y a otros como malos. Ahí comencé por añorar una familia distinta, que fuera más sencilla, menos vergonzosa, más llevadera.
Nadie podía saber la verdad.
Con los años fui perdiendo fuerza y llenándome de miedos. Me sentía incómoda con mi cuerpo, con mi forma de pensar o de sentir. Me convertí en una flor que al cortarla y separarla de sus raíces, empieza a marchitarse. Me victimicé. Lastimé a otros. Dependí. Hice que dependieran. Aprendí a permitir de más, porque para quien no siente merecer, la condena es permitir más allá de sus límites. Me conformé con relaciones, sólo por estar con alguien, por no sentir la soledad, por sentir que era “normal” y podía tener una “vida común”. Quise encajar en los sueños impuestos por una sociedad un tanto hipócrita y un tanto rancia en sus costumbres, que valora los modelos de felicidad con sonrisas falsas, fotos en Facebook, títulos para etiquetar lo que eres, y antidepresivos para olvidar lo que no eres. Esperando la receta para amar, para ser feliz, con una guía de pasos que garanticen, sin dolor, seguridades efímeras con fórmulas mágicas o a meses sin intereses.
Así somos los seres humanos, llenos de matices que no se reconocen. Sin tener en cuenta que todo lo que no aprendemos a sanar y manejar, reaparece una y otra vez. Extendiendo lo vivido a las parejas, los amigos y los trabajos. Terminando por crear relaciones donde te asusta que puedan descubrir lo que hay detrás de los personajes. Porque el problema no es no tener lo que deseas, sino tenerlo y no sentirte a la altura o temer perderlo, y antes de que ocurra, renuncias.
Muchas veces busqué que alguien me explicara lo que soy y me ayudara a poner orden en medio del caos. En medio de tantas opciones, me escudé en la terapias que me ayudaban a llenarme de teorías y conceptos que no sabía aplicar, pero me permitían pensar más y sentir menos. Pero por más que quieras teorizar el dolor, la desdicha o la inseguridad, tarde o temprano terminan surgiendo y si no aprendes a manejarlos, jamás se irán por sí solos.
Siempre llega un momento en que no puedes más. Tarde o temprano te cansas de fingir y los personajes terminan por asfixiarte, porque ya no encajan en tu mundo, en tu espacio, en tu familia, en tus sueños. Y ahí estás, frente a tu propio despojo, del que no puedes escapar. Te cuestionas, te evades, te conmiseras. Te sabes rota y ya no hay parche que alcance. Necesitas reconstruirte.
No queda más que comenzar a ver y trabajar, realmente, lo que por tantos años has ocultado. Te das cuenta de lo que has perdido y sabes que no quieres perder más. Y ahí comienzas el camino de vuelta a ti, el que te reconecta con tus raíces, el que te sana y te reconcilia con tu pasado, con tu esencia, con tus fantasmas. Comienzas la libertad y el amor propio. Porque no hay peor condena, que renunciar a uno mismo.
Luis Miguel Tapia Bernal
Terapeuta en Constelaciones Familiares. Máster en Terapia Breve Estratégica. Autor de "Las intermitencias del amor".
La frescura que te da el inicio se siente maravilloso.
excelente articulo!!!!
Hoy mas que nuca me fascino!!!
Exactamente, creo que algunos estamos justo en es ese punto. Ese en el que no hay vuelta atrás, no hay plan B, te amas o te amas. Gracias, está lectura me cae como anillo al dedo.
AMÉ ÉSTE FRAGMENTO:»Buscaba la perfección inexistente, la aprobación constante, ocultando las lágrimas y mesurando las risas. Con los años fui controlado el deseo y busqué enfriar los amores por temor a que se acaben.» tan cierto!!! Me encanta tu Blog!!! Siempre nos muestras la realidad para poder mejorarla y reconstruirla, identificarla y así vivir más sano!!! Gracias por Construir!!!
Gracias , muchas gracias por haberme invitado a la reflexión, a la introspección y a decir es YA, es HOY, es AMAR, AMAR y volverme AMAR…gracias es como sí hubieses escrito por mi fragmentos en los cuales Me permite liberar Gracias Mil..Felicidades por la manera en que conectas al Yo???? Saludos Cordialea.