Un problema muy constante por el que llegan las personas a consulta, es la comunicación. Ya sea con ellos mismos, con los padres o los hijos, en el trabajo, o por supuesto con la pareja, es muy común cometer errores, muchas veces involuntarios o por recomendaciones poco útiles, donde las situaciones se terminan por revolver o complejizar, en lugar de hacerlas más sencillas y manejables, para poder llegar a una solución. A continuación presento, algunos de los temas más recurrentes que he detectado.
- Hablarlo todo
Quizá es el error más común actualmente. Y es que es una recomendación incluso de muchos terapeutas o revistas del corazón, sin comprender que a la larga puede ser un gran problema, porque es muy fácil terminar revolviendo temas, perderse en discusiones sin objetivos claros, creando monólogos intensos y eternos o llegando al hartazgo de quejas interminables, sin saber cómo parar, haciendo que los problemas escalen hasta llegar a insultos, temores o enojos, que van deteriorando las relaciones.
- Llenarse de teoría
Se cree que es funcional el tratar de explicar y categorizarlo todo, y si bien es cierto que esto es importante porque permite seleccionar o poner un orden, esto no conduce, ni remotamente a la solución. Etiquetar algo no significa saberlo manejar, incluso puede ser que a la larga sea una complicación, al aferrarse a un concepto que define y limita, en lugar de observar, analizar y comprender, para tomar acciones.
- Cuidar en exceso las palabras
A veces en el afán de no lastimar al otro, se buscan y rebuscan palabras, para cuidar el contenido y hacer menos incómodo lo que se quiere comunicar. El error aquí, es que con las mejores intenciones se llega a los peores resultados, porque entre tantas palabras que suavizan o adornan, se puede ir diluyendo lo verdaderamente importante, haciendo que el mensaje pierda fuerza o sea muy poco claro.
- Discutir cosas importantes por mensajes
En ocasiones por falta de tiempo, o la inmediatez que brindan las redes sociales o aplicaciones de mensajería, uno de los errores más elementales, es discutir temas importantes, a través un medio tan frío e impersonal, donde no se tiene referencia de los gestos, tonos o intenciones de la otra persona. Por ello sería importante saber detenerse para hablar y escuchar de frente al otro.
- No decir lo que realmente sientes
Ya sea por agradar y no incomodar al otro, por evitar o detener momentáneamente un conflicto, o por inseguridad, se puede llegar a reprimir lo que se siente o a omitir información importante. Así, poco a poco, se va creando una bomba de tiempo que acumula dolor, frustración o enojo, alejando cada vez más la posibilidad de una buena comunicación y por tanto la solución, terminando en una falta de respeto contigo y con el otro.
- Presionar para hablar
Insistir en que alguien rompa el silencio o se hable en un momento poco oportuno, muchas veces termina por agravar las situaciones, puesto que puede aumentar la resistencia y crear más silencio o llegar a una explosión hiriente donde se digan frases provocadas por la ira o el hartazgo, que terminan por lastimar profundamente. Para salir de esta situación, sería importante contar con herramientas que permitan ir acercándose, dependiendo de cada caso, para ir estableciendo nuevas formas de comunicación y confianza.
- No saber escuchar
Quizá el tema más difícil e importante. Saber escuchar es un arte que lleva a comprender al otro. Cada vez que no se sabe escuchar, se está más propenso a caer en una guerra donde se mide quién dice más y quién tiene la última palabra. Un juego de poder que aleja cada vez más la solución, porque no se sabe lo que el otro realmente quiere o necesita, y al no sentirse comprendido, mucho menos puede comprender. Se olvida que, sobretodo en las parejas, no puede haber un ganador. O los dos ganan, o los dos pierden. Por eso es tan importante saber escuchar y manejar los juegos de poder.
- No ser responsable y justificarse
Si bien es cierto que no es común que se enseñe una buena comunicación que permita adaptarse a las diferentes situaciones, tampoco podemos vivir culpando a otros y no asumir la responsabilidad de aprender y encontrar las herramientas necesarias para comunicarnos de una manera más eficaz. Tampoco podemos dejar de asumir la responsabilidad de lo que se dice y lo que se calla. Hay que dejar las justificaciones a un lado, porque con ellas, no se llega a la solución.
- Autodiagnosticarse
Algo que está ocurriendo cada vez con más frecuencia, es que la gente se autodiagnostica con patologías que leyó en internet, poniéndose etiquetas que justifican su realidad, en lugar de solucionarla. No olvidemos que coincidir con algunos síntomas leídos en la web, no siempre es tener un resultado confiable, puesto que cada persona tiene sus propios matices y perspectivas, por lo que el lenguaje y el trabajo, debe ser adaptado a cada uno y acompañado de un especialista.
- No pedir ayuda
Si han caído en muchos de estos errores y han intentado evitar los temas o hablar todo el tiempo de lo mismo y no encuentran la solución, el error sería no pedir ayuda especializada. Digo especializada, porque es muy diferente a la plática de café con la familia o amigos, que puede ser una descarga momentánea, pero no una solución, porque incluso tantas perspectivas pueden llegar a confundir aún más.
En estos casos, es fundamental acudir con un especialista, tanto para conocerse a uno mismo como para resolver situaciones específicas. La función de un psicoterapeuta es la de conducir ese proceso, permitiendo ver nuevas perspectivas y acompañando a enfrentar aquello que duele o no se sabe manejar, para construir la solución, dotando de herramientas adaptables a cada situación.
Es importante aclarar que para solucionar un conflicto, no es necesario que ambos lleguen a consulta. Muchas veces una de las personas implicadas está renuente para acudir a terapia, pero se pueden comenzar a generar cambios, al romper los círculos que ambos alimentan y que al transformarlo uno, se transforma la dinámica.
No hay que olvidar que la comunicación es un tema que comienza desde lo personal. ¿Cómo piensas, qué sientes, cómo lo dices, a quién? El primer paso es aprender a comunicarte contigo mismo, sanar lo que duele, fortalecer lo que eres y quieres llegar a ser. De esta manera es más fácil compartirse y aligerar la carga.
Actualmente la Terapia Breve Estratégica y las Constelaciones Familiares son dos de las terapias más profundas e innovadoras. La base de la Terapia Breve Estratégica es la comunicación. Las Constelaciones Familiares permiten visualizar las dinámicas del problema y las repeticiones inconscientes que lo alimentan, en conjunto son una forma rápida y sencilla de llegar a la solución. Saca tu cita.
Luis Miguel Tapia Bernal
Terapeuta en Constelaciones Familiares. Máster en Terapia Breve Estratégica. Autor de "Las intermitencias del amor".