Emil Cioran, escritor rumano, tiene una frase avasalladora: “Nuestro rencor procede del hecho de haber sido inferiores a nuestras posibilidades y no haber podido alcanzarnos a nosotros mismos. Y eso nunca se lo perdonaremos a los demás”. ¿Cuántas de tus responsabilidades no asumidas las has convertido en culpas externas que solo te estancan y hieren más, olvidando que todo depende de ti?
Actualmente estamos rodeados de frases que parecen repetirse sin mucho sentido; frases hechas con poco trasfondo, frases que se dicen con el ánimo de consolar o fortalecer, con la mejor intención, sin comprender muchas veces su magnitud. Una de esas frases es: Todo depende de ti.
Cada persona tiene una historia, una personalidad, gustos, preferencias, que se han ido moldeando a través de los años, creando límites, marcos de referencia, expectativas, y formas de percibir y actuar la realidad. Es justo ahí donde nos movemos, en lo que conocemos, en la forma que tenemos de ver y estar en la vida, que si bien no es la única, es la que hemos usado porque en mayor o menor grado ha resultado útil.
Cada persona que conocemos, actúa desde su forma, pero interpretamos sus acciones, desde nuestros referentes, desde lo que nos produce o nos recuerda, por ende la forma en la que la percibimos e interactuamos, depende de cada uno.
Esto se puede ver muy claramente en las relaciones de pareja, donde cada uno es un espejo que refleja las historias personal y familiar del otro, que muestra lo resuelto y lo no resuelto, lo que agrada y lo que duele, incluso lo que enoja, así se da una pelea con ese espejo, olvidando que es una persona, que con su actitud, con sus palabras, solo recuerda algo del pasado, pero que no es ese pasado, sino solo un eco o la extensión de una herida. Y la otra persona hace lo mismo. Pero claro, durante las discusiones, el otro hace, dice, molesta, hiere… olvidando que cada uno se eligió y permitió cada cosa que ha construido la relación hasta el punto en el que está ahora.
¿Cuántas veces has esperado que el otro cambie para que tu cambies? Y puedo decirte que es momento que te sientes para que no te canses, porque eso no va a suceder. Incluso, aunque el otro hiciera algún cambio o movimiento, si tú lo sigues percibiendo y actuando de la misma manera, obtendrás los mismos resultados. Esta dinámica está presente en todos los campos de vida.
Si crees que tu trabajo no merece ser bien remunerado, encontrarás esos trabajos que pagan lo básico por lo que realizas, o menos. Si tienes miedo de alejarte de tu familia, encontrarás todos los obstáculos y pretextos para no hacerlo y te reafirmen que la única seguridad o apoyo está con ellos. Si sientes que no mereces, aunque el otro te dé a manos llenas, no sabrás tomar, por el contrario, saldrás huyendo. Si tienes una herida tan grande que no has sabido llenar, cualquiera que intente darte algo, no será suficiente. Mientras no seas capaz de sanar tu propia historia y atreverte a mirar lo que debes aprender y modificar, la vida seguirá siendo la misma, y esa tarea nadie puede hacerla por ti.
Cada forma, cada concepto, cada meta que pospones, cada placer que te niegas, cada miedo que permites te esclavice, cada enojo que no sabes manejar, cada dolor que niegas, cada reto que superas, cada pareja que entra o sale de tu vida, cada empleo que tomas, cada amigo que reencuentras, cada mascota que adoptas, cada comida que saboreas, cada viaje que realizas, cada sueño que concretas, depende de ti, todo, absolutamente todo, depende de ti.
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Luis Miguel Tapia Bernal
Terapeuta en Constelaciones Familiares. Máster en Terapia Breve Estratégica. Autor de "Las intermitencias del amor".