No es secreto para nadie que una de las cosas más importantes en la vida es el sanar las heridas que se han creado a lo largo de la historia personal, y de las que nadie está exento. Pero sanar las heridas, se vuelve fundamental en el campo del liderazgo, así como el poder conseguir las metas y sueños que uno desea. Según la Real Academia Española, liderazgo significa: “Situación de superioridad en que se halla una empresa, un producto o un sector económico, dentro de su ámbito.” Así un líder es aquella persona que “un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora.”
Partiendo de estas definiciones, me parece importante agregar que el liderazgo es una suma de responsabilidades: la responsabilidad de saber con qué herramientas cuento, cómo aplicarlas, y cómo mejorar las que pueden crecer; la responsabilidad de saber dirigir y delegar; la responsabilidad de asumir los resultados y comprometerse con lo que se desea alcanzar; por mencionar algunas.
El liderazgo requiere de muchos elementos: conocimiento, aplicación, herramientas de comunicación y dirección, disciplina, constancia, creatividad. Pero en el plano personal, es fundamental partir del manejo de las propias heridas, así como de las sensaciones básicas: miedo, enojo, dolor y placer. A estas sensaciones se les conoce como básicas porque están en todo ser humano y, a partir de ellas, se dan significado a muchas experiencias, formas de pensar, así como la búsqueda de soluciones. Cada sensación debe aprender a manejarse de manera específica, así, el miedo debe saber enfrentarse; el dolor solo puede transitarse para superarlo; el enojo hay que saber encauzarlo y el placer, dosificarlo.
Pero ¿este trabajo realmente se hace?, ¿se enseña dentro de la escuela?, ¿se enseña en la familia?. La mayoría de las veces la respuesta es no. Incluso, cuando se busca ayuda para aprender a manejar las sensaciones y sanar las heridas, se siguen pasos tan generales, olvidando que cada persona tiene su historia, formas de vivir, percibir y construir su realidad, por lo que es necesario una terapia profunda, rápida y personalizada, para obtener los resultados deseados. Porque se pueden tener las herramientas y los conocimientos técnicos necesarios, pero quien no sabe sanar sus heridas y manejar sus sensaciones y emociones, puede colapsar como un castillo de naipes.
Quisiera invitarte a imaginar que tienes una herida en alguna parte de tu cuerpo, la ignoras, esperando que sola se cure, pero no solo no se cura, sino que además se infecta. Y sigues sin atenderla, esperando que sola se cure. Poco a poco no permites que nadie la vea, y la disfrazas y ocultas, evitando que cualquier persona la roce porque duele demasiado y porque se ve tan mal que te avergüenza o asusta. Lo mismo pasa con las heridas emocionales, donde no importa si ya han pasado años, las heridas que no se supieron manejar pueden seguir doliendo, incluso más, con el correr del tiempo, creando una avalancha de sucesos y emociones, que, en la búsqueda de protección y de evitar que vuelvan a suceder, se pueden crear reacciones como desgaste, dolor crónico, o renuncia.
El aprendizaje y desarrollo de habilidades, así como la sanación de las heridas, no tiene que ser algo peleado con la vida cotidiana, sino inmerso en la vida misma, reconociendo lo que ya se tiene y dando pasos para solucionar lo que lastima o estanca. Nadie tiene derecho a vivir sufriendo o flagelándose por el pasado, puesto que toda renuncia hace creer una y otra vez que no es capaz, que no se puede.
Estar en el liderazgo, no significa tener todo resuelto en la vida, significa conocer las herramientas con las que cuento para poder enfrentar cada situación de la mejor manera.
Las Constelaciones Familiares, permiten revisar a fondo el problema y la solución, así como dotar de herramientas para el manejo de las emociones, responsabilidades y metas.
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Luis Miguel Tapia Bernal
Terapeuta en Constelaciones Familiares. Máster en Terapia Breve Estratégica. Autor de "Las intermitencias del amor".