A México le falta esperanza

A México le falta esperanza

Pareciera que vivimos en un país sin esperanza. La política, la economía, las quejas, las excusas, los miedos, la desinformación; son constantes que deforman las perspectivas. Vivimos en un país donde no hay esperanza, no hay orgullo, porque quienes tienen éxito se duda de cómo lo alcanzaron, y quienes no lo tienen, se autocompadecen eternamente, viviendo orgullos efímeros el 16 de septiembre, en los partidos de futbol de cada fin de semana o cuando te tomas un tequila.

México no está orgulloso, a México le falta esperanza, le falta ver nuevos caminos, nuevas formas, esas que se construyen por personas, empezando por cada uno, más allá de lo evidente, más allá de las telenovelas contando las mismas historias con actuaciones marginales, más allá de las series de narcos, o los videos de #lords y #ladies que pululan últimamente y que son tendencia y al poco tiempo desaparecen, después de ser objeto de burlas o famas efímeras, pero que habla de la necesidad de distracción de una realidad que no gusta pero que tampoco se cambia.

En nuestro país la risa es un elemento fundamental, se tiene la idea de que los mexicanos somos graciosos, dicharacheros, divertidos, y ese es un punto magnífico, nos ayuda a aligerar las situaciones, pero viéndolo por otro lado y llevado al extremo, es muy fácil caer en la burla o la descalificación, donde todo se toma como broma, para después decir: “ así es México”, y continuar tu día compartiendo memes en redes sociales, criticar y teorizar en el café, e irse a dormir sin mover un dedo, no vaya a ser que se quite la comodidad alcanzada.

Y es que se olvida muy fácil que somos más que la Selección Mexicana de futbol rogando que entre a los Mundiales y en cada Mundial implorando para que se quede un partido más. Si lo logra, se grita al unísono y se siente un orgullo que se evapora cuando se termina la botella, y si pierde, se deja la derrota en el equipo, el de siempre, lo de siempre, y ahí queda todo, en simples momentos.

Vivimos el instante, la risa del momento, la marcha del momento, la crítica del momento, el estado de Facebook del momento, el twit del momento, pero al siguiente momento… todo se olvida, se justifica, se copia y pega, y lo más duro, es que no se asume lo que le corresponde hacer a cada uno, ya ni siquiera por los demás, por uno mismo.

Dejemos de vivir anestesiados y construyamos la diferencia, no sólo la exijamos. No podemos pedir cambios cuando lo más simple no funciona. Cuando el respeto escasea, cuando se critica aquello que se termina haciendo estando en la misma posición. Cuando cuestionamos afuera pero no cuestionamos lo que somos, sentimos, pensamos o actuamos. Cuando vivimos en la queja donde el otro es culpable y yo inocente y víctima. Eso no funciona.

Te quejas de los políticos y estando en su lugar harías lo mismo, justificándote en el: “todos lo hacen” o “no había de otra”. Dices no querer corrupción, pero esperas que la policía te deje ir con unos billetes cuando te pasas el alto o vas a exceso de velocidad, o estás manejado en estado de ebriedad y pones en riesgo tu vida y la de otros. Te quejas de las calles sucias, pero si no encuentras un bote de basura tiras un “papelito”, total, es chiquito y no se nota. Te quejas del tráfico pero jamás cedes el paso y avientas el carro a cualquiera porque se te hizo tarde, porque vives corriendo, porque manejas harto; o invades señalizaciones, porque “el otro te estaba tocando el claxon”.

Te quejas de las faltas de respeto cuando tu ideología a veces es igual de radical y violenta, y termina conduciendo a lo mismo contra lo que te opones, olvidando que tienes derecho de creer en lo que quieras, pero también tienes la obligación de respetar las diferencias.

Te quejas de la falta de oportunidades pero prefieres comprarle a las transnacionales porque tienen más “prestigio” que los productores de tu país donde también hay calidad. Te quejas de que no hay trabajo y cuando lo tienes te quejas por tenerlo. Te quejas de la irresponsabilidad de otros pero llegas tarde y hablas toda la función en el cine, o no recoges las necesidades de tu perro y tienes diez porque “los amas”. Te quejas de un presidente extranjero hablando mal de tu país, pero cuando quieres descalificar a alguien dices las mismas palabras o peores. Te quejas y criticas cualquier propuesta, sin hacer nada, ni tener las tuyas, y terminas olvidándote lo que sí hay y lo que se puede tener.

Se te olvida que también hay gente creativa, gente respetuosa, gente que ríe y hace reír, sin burlarse, sino por el gusto de compartir. Se te olvida la gente que se disciplina, que crea el camino de sus sueños, que gana medallas en olimpiadas y concursos o quienes trabajan y disfrutan lo que hace en lo más cotidiano, aún sin recibir medallas. Se te olvida el poder de la creatividad mexicana que no tiene límites, que imagina y crea, que sueña y crea.

Se te olvida toda la Historia que hay detrás, más allá de las conquistas o las corrupciones. Se te olvida la riqueza de sabores, la riqueza de climas y paisajes, las bellezas de nuestras playas que a veces ni siquiera conoces. Se te olvidan las tradiciones, los bailes, los cantos, que a veces ignoramos. Se te olvida la música que enchina la piel y el efecto que produce un mariachi al escucharlo fuera de tu país.

Somos tequila, somos café, somos miles de platillos con historia, somos risa, somos llanto, somos revolución, somos la valentía de un pueblo que resiste y cambia, somos de muchos colores, somos amor, somos pasión, somos tradiciones con sentido. Somos y podemos ser, porque más allá de un sueño de esperanza, podemos ser la esperanza en nuestra propia vida.

Cada vez que no tienes el valor de luchar por tus sueños, cada vez que sólo sueñas sin mover un pie para iniciar el camino que te lleve a concretarlo. Cada vez que señalas los errores de los demás, sin tener conciencia de tus aciertos y tus oportunidades, te dejas hundir. Deja de quejarte y mejor construye lo que eres capaz de hacer. Aporta tu felicidad y realización, quizá el orgullo y la esperanza empiecen a nacer en ti y se haga un intercambio con los que te rodean.

Luis Miguel Tapia Bernal

Terapeuta en Constelaciones Familiares. Máster en Terapia Breve Estratégica. Autor de "Las intermitencias del amor".

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Comentarios (3)

  • israel

    creo que uno de los caminos es fomentar en difundir nuevas noticias y valores, mismo que hay que rescatar en esta sociedad y fomentar mas las acciones que nos ayuden cambair nuestro entorno. ver por un bien común para salir adelante

  • Maria Guadalupe Bernal Alaniz

    Excelente artículo!!! Describe una gran verdad y realidad, la que vivimos día a día. Necesitamos concientizarnos más y el cambio empieza por nosotros mismos y muchas cosas cambiarán. México es un gran país, el país que nos vio nacer y merece todo nuestro amor y para ello necesitamos empezar por amarnos a nosotros mismos.

  • Eva Lucía.

    Muy bien resumido. Eso es todo, cambio de consciencia, es la clave. Felicidades por explicarlo tan bien!!

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